En este país, no anhelamos realmente un rey. Ya seamos de izquierda o de derecha, la mayoría de nosotros, ciudadanos y aspirantes a la ciudadanía, no deseamos nada más que una democracia. Entonces, ¿cómo podemos comprender a Cristo, nuestro Rey, en nuestro país? Sinceramente, ¡no lo sé! Quizás nos resulte más fácil hablar de lo que un rey establece, es decir, un reino, en lugar de hablar del rey mismo. Permítanme hablarles del Reino de Jesús.

Mientras esperamos la llegada del Reino después de esta vida, creo que vislumbramos el reino de Dios incluso ahora, aquí en la tierra. Creo que sabemos cuándo ocurren esos momentos. Hay pequeños anticipos de ese lugar y tiempo donde todos sentirán su dignidad y valor; donde nadie se sentirá inferior; donde no temeremos a la violencia ni a la guerra; donde todos tendrán abundancia; y donde podremos disfrutar plenamente de nosotros mismos y de los demás, y el tiempo se detendrá.

A veces, esos momentos ocurren en grandes multitudes. La semana pasada viví una de esas experiencias cuando estábamos frente al Edificio Federal donde se ubican los tribunales de inmigración. Lo que suele ser un lugar de preocupación y temor se transformó de repente en un espacio de paz y alegría mientras avanzábamos lentamente por la plaza frente al edificio. Nos miramos unos a otros y reconocimos nuestro valor. Las personas con documentos se mezclaron con las que no los tenían, y de pronto eso dejó de importar: ¡todos teníamos documentos! Nos sentimos seguros y completos. Dijimos estas palabras: «No estás solo». Y todos las sentimos en lo más profundo de nuestro ser. Fue una miradita del Reino de Dios. A veces, esos momentos surgen de pequeñas cosas, cuando alguien tiene un gesto amable con otra persona. La semana pasada, un intérprete judicial fue muy amable con el hijo de una mujer que se presentó en el tribunal. El intérprete, con disimulo, le dio crayones para que se quedara callado. Era como un secreto entre ellos, pero que todos pudimos ver. Les dio a ellos —y a nosotros, los que lo notamos— una gran alegría. Fue una miradita del Reino de Dios.

Al celebrar a Cristo nuestro Rey, oramos para que podamos hacer realidad su Reino aquí en la tierra, en las grandes y pequeñas maneras.

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Vamos a presentar en el boletín fotos e información biográfica sobre varios jesuitas de nuestra provincia que están en proceso de formación.  ¡Por favor, pidan por ellos!

Esta semana pedimos por Nathan Dias.

Se llevará a cabo el domingo 7 de diciembre. 

Si tiene preguntas, comuníquese con la presidenta de la Confederación Guadalupana, Lucía Gutiérrez, al (619) 565-0279 , Alejandra Díaz al (858) 490-8306.

Gracias por tu solidaridad.

La Diócesis de San Diego trata todas las acusaciones de mala conducta sexual seriamente y las considera de manera pronta, confidencial e íntegra. Para reportar cualquier incidente de mala conducta sexual comuníquese con la Coordinadora de Asistencia a Víctimas.

El abuso criminal denunciado o presunto se denuncia a las fuerzas del orden público de acuerdo con las leyes civiles.  

Mary Acosta

Coordinadora de Asistencia a Víctimas

(858) 490-8353.