La Llamada a la Humildad
Tanto la primera lectura como el evangelio nos llaman claramente a la humildad. En el libro del Sirácida leemos: «En tus asuntos procede con humildad, y te amarán más que al hombre dadivoso». Y en el evangelio, cuando nos invitan a un banquete, debemos ocupar el último lugar. «Porque todo el que se engrandece a sí mismo, será humillado, y el que se humilla será engrandecido».
San Ignacio fue claro sobre la importancia de la humildad. En una meditación clave en la que se nos pide considerar de qué lado estamos, del de Satanás o del de Cristo, se nos invita a abrazar una vida de humildad. De hecho, se nos pide orar por la pobreza en lugar de la riqueza, por los insultos en lugar del honor y por la humildad en lugar del orgullo. Ignacio tiene claro que la humildad es el camino de Jesús.
Es tan fácil llenarnos de cosas. Con glorias y alabanzas del mundo, que brillan como joyas, pero que en realidad no nos satisfacen. Es difícil vaciarnos, tomar siempre el camino de la humildad. Y, sin embargo, es fundamental vaciarnos del orgullo para que Dios pueda llenarnos.
Ir a las cortes para acompañar a los migrantes es una llamada al vacío. Es una llamada a la humildad. Es muy difícil. A cada paso, los voluntarios queremos ofrecer algo: ayudarles con un número de teléfono o hacer algo que nos haga sentir bien con nosotros mismos, algo que justifique nuestra presencia. Pero, en realidad, creo que nuestro mayor don es simplemente ser humildes y estar presentes en silencio. Y sentir la impotencia de quienes llegan. Hacemos mucho si ofrecemos nuestra pobre presencia, si nos sentimos inútiles junto a ellos ante poderes que nos superan. En lugar de hacer lo que nuestros padres y el mundo nos han dicho toda la vida: "¡No te quedes ahí parado, haz algo!", creo que debería ser: "¡No hagas nada, quédate parado!".
¿Por qué eligió Dios a María si no fue porque estaba vacía y tenía espacio para él? ¿Por qué eligió María a Juan Diego si no fue porque él estaba vacío y tenía espacio para ella y su petición? Estamos llamados a la humildad. Al vacío. Para que Dios pueda llenarnos.