Y ahora, algo nuevo
Cada año, por más que me cueste dejar atrás la temporada navideña, que me encanta, también siento la atracción por algo nuevo. El calendario cambia de un año a otro y comenzamos el Tiempo Ordinario. Siento que hay una frescura, una novedad. Me gusta.
Siento que las lecturas de hoy están llenas de un llamado a la novedad. En el profeta Isaías, escuchamos: “Te llamarán con un nombre nuevo pronunciado por la boca del Señor”. Ya no se nos llama “Abandonado” o “Desolado”, sino “Mi complacencia” y nuestra tierra “Desposado”. ¡Ay! Dios se complace en mí, en ti, en nosotros. En el evangelio de Juan, escuchamos cómo Jesús prepara vino nuevo para una fiesta de bodas. Vacías están las cisternas, símbolos de la antigua alianza. Llega este nuevo, Jesús, que llena las cisternas antiguas con su nueva ley de amor, y de repente la gente está disfrutando el mejor vino que han probado. Y el salmo: “Cantemos al Señor un nuevo canto”. Tal es el llamado a la novedad, siento más bien que Dios está cantándonos a nosotros un cántico nuevo. Todo esto para decir, ¿cómo te está llamando Dios a algo nuevo en este tiempo? ¿Qué cosa nueva te está invitando Dios a realizar, a ver? ¿Hay algún don nuevo que Dios quiere que compartas con los demás?
Nosotros, sacerdotes jesuitas, los estamos invitando a abrazar la Eucaristía de una manera nueva. Es posible que sus padres o otros sacerdotes les hayan dicho en algún momento que recibir la Eucaristía de un sacerdote es más especial, o que recibes una gracia extra. Incluso hemos notado que algunas personas se “saltarán la fila” para recibir la hostia del sacerdote. Nos gustaría invitarlos a recordar lo que creemos: que el pan, una vez consagrado, es siempre y en todas partes el Cuerpo de Cristo. No importa qué ministro te lo dé, es plenamente el Cuerpo de Cristo, la presencia real de Jesús. Nosotros, los jesuitas, cambiaremos las estaciones desde las que distribuimos la comunión y, al hacerlo, los invitamos a recibir la comunión del ministro que esté más cerca de ustedes, confiando en la plenitud del sacramento.
Al celebrar la novedad de este año, seguimos rezando por nuestros hermanos y hermanas al norte de nosotros que sufren a causa de los incendios.